Abstract:
Una buena estrategia es clave en el éxito empresarial; hay proyectos con una definición estratégica muy rigurosa que han fracasado y a la inversa, proyectos arrancados sin ortodoxia en su definición, que han muy ido bien. Pero esto no es lo habitual, son las excepciones; es más, si una empresa arranca con éxito a pesar de no haber definido una estrategia formalmente, o se somete pronto a una forma de gestión profesional, incluyendo la definición y adopción de una estrategia, o en breve tendrá problemas. Igual que no aceptaríamos que se inicie la construcción de un edificio sin haber hecho los estudios previos del terreno, desconociendo cuántas plantas tendrá o el tipo de viviendas a construir, no debemos aceptar arrancar una empresa sin el mínimo rigor y enfoque. Pensemos que formalizar la estrategia es la única forma de optimizar el empleo de los recursos y de tomar decisiones en función del interés general de la empresa; dicho de otra forma, nos ayuda a acercarnos a la excelencia y la búsqueda de la excelencia es una obligación de cualquier directivo. Esa obligación se tiene con los socios en primer lugar, ya que son los que han arriesgado su patrimonio invirtiendo en la empresa, previo; pero también con el resto de los agentes con los que nos relacionamos, denominados en inglés stakeholders, entre los que se incluyen los empleados, clientes, proveedores, la administración pública, etc. Hemos visto que las decisiones estratégicas implican el uso de muchos recursos y son difíciles de deshacer. Por la propia tranquilidad de quien las toma, debe hacerse dentro de la máxima ortodoxia, que no nos va a eliminar el riesgo inherente a la gestión de empresas, pero sí que lo va a reducir y acotar.
Description:
A good strategy is the key to business success; there are projects with a very rigorous strategic definition that have failed and, conversely, projects that have started up without any orthodoxy in their definition that have gone very well. But this is not the norm, they are the exceptions; moreover, if a company starts up successfully despite not having formally defined a strategy, either it soon submits to a professional form of management, including the definition and adoption of a strategy, or it will soon have problems. Just as we would not accept starting the construction of a building without having made a preliminary study of the land, without knowing how many floors it will have or the type of houses to be built, we should not accept starting a company without the minimum rigor and focus. Let us think that formalizing the strategy is the only way to optimize the use of resources and to make decisions in the general interest of the company; in other words, it helps us to get closer to excellence, and the search for excellence is an obligation of any manager. This obligation is first and foremost to the partners, since they are the ones who have risked their assets by investing in the company, previously; but also to the other agents with whom we interact, called stakeholders, including employees, customers, suppliers, public administration, etc. We have seen that strategic decisions involve the use of many resources and are difficult to undo. For the peace of mind of those who make them, they must be made within the maximum orthodoxy, which will not eliminate the risk inherent in business management, but it will reduce and limit it.